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Para cuestiones médicas, sugerimos que junto con su médico se revise la información incluida en nuestro contenido.
Un factor de riesgo es todo aquello que aumenta las probabilidades de que una persona padezca una enfermedad, como por ejemplo el cáncer. Los distintos tipos de cáncer tienen diferentes factores de riesgo. Algunos factores de riesgo, como el fumar, pueden cambiarse. Otros factores, como la edad o los antecedentes familiares, no se pueden cambiar.
Sin embargo, tener un factor de riesgo, o incluso varios factores de riesgo, no significa siempre que la persona padecerá la enfermedad. Además, muchas personas padecen cáncer sin tener ningún factor de riesgo conocido.
Existen algunos factores de riesgo conocidos para la leucemia mieloide aguda (AML).
La AML puede ocurrir a cualquier edad, pero es más común que ocurra a medida que las personas envejecen.
La AML es más común en los hombres que en las mujeres. La razón para esto no está clara.
El único factor de riesgo demostrado para la leucemia mieloide aguda es fumar. Muchas personas saben que el hábito de fumar está vinculado a cánceres de pulmón, la boca, la garganta, pero pocas saben que también puede afectar las células que no tienen contacto directo con el humo. Las sustancias cancerígenas presentes en el humo del tabaco son absorbidas por los pulmones y propagadas a través del torrente sanguíneo a muchas partes del cuerpo.
El riesgo de padecer AML aumenta si usted se ha expuesto a ciertos químicos.
Por ejemplo, un factor de riesgo para la AML es la exposición a benceno por mucho tiempo. El benceno es un solvente usado en la industria de hule (goma), refinerías, plantas químicas, fabricantes de zapatos e industrias relacionadas con la gasolina, y también se encuentra en el humo del cigarrillo, vapores de gasolina y emisiones de vehículos de motor, y en algunos pegamentos, productos de limpieza, detergentes, materiales de arte y pinturas.
Algunos estudios han asociado la exposición excesiva al formaldehído en el lugar de trabajo con el riesgo de AML, aunque esta asociación no se ha observado en otros estudios.
Los pacientes con cáncer que son tratados con ciertos medicamentos de quimioterapia tienen más probabilidades de padecer AML durante los años posteriores al tratamiento.
Los medicamentos llamados agentes alquilantes están relacionados con un mayor riesgo de AML. A menudo, un paciente padecerá una enfermedad llamada síndrome mielodisplásico antes de la AML. La ciclofosfamida, la mecloretamina, la procarbazina, el clorambucil, el melfalán, el busulfán, la carmustina, el cisplatino y el carboplatino son ejemplos de medicamentos alquilantes.
Los medicamentos de quimioterapia, conocidos como inhibidores de topoisomerasa II, también están asociados a la AML. La AML asociada con estos medicamentos suele surgir sin que se presente primero el síndrome mielodisplásico. Ejemplos de inhibidores de la topoisomerasa II incluyen etopósido, tenipósido, mitoxantrona, epirrubicina y doxorrubicina.
La exposición a altas dosis de radiación (como ser un sobreviviente de la explosión de una bomba atómica o el accidente de un reactor nuclear) aumenta el riesgo de AML. Los sobrevivientes japoneses de la bomba atómica tenían un riesgo significativamente mayor de padecer leucemia aguda.
El tratamiento con radiación para el cáncer también ha sido relacionado con un mayor riesgo de AML. El riesgo varía dependiendo de la cantidad de radiación que se administra y qué área se trata.
Los posibles riesgos de leucemia por la exposición a niveles bajos de radiación, como la producida por estudios por imágenes, como rayos X o tomografía computarizada (CT), no están bien definidos. La exposición a dicha radiación, especialmente muy temprano en la vida, podría conllevar un mayor riesgo de leucemia, pero el grado del riesgo no está claro. Si hay un mayor riesgo, posiblemente es pequeño, pero para propósitos de seguridad la mayoría de los médicos tratan de limitar la exposición a la radiación de los estudios tanto como sea posible, especialmente en niños y mujeres embarazadas.
Las personas con ciertos trastornos sanguíneos parecen tener un mayor riesgo de padecer AML. Éstos incluyen trastornos mieloproliferativos crónicos, tales como policitemia vera, trombocitemia esencial, y mielofibrosis idiopática. El riesgo de AML aumenta si estos trastornos son tratados con algunos tipos de quimioterapia o radiación.
Algunas personas que tienen un síndrome mielodisplásico (MDS) podrían padecer AML. Los pacientes con MDS presentan recuentos bajos de células sanguíneas y células anormales en la sangre y la médula ósea. Un MDS puede evolucionar hacia una AML con el pasar del tiempo. La AML que se desarrolla después del MDS es a menudo difícil de tratar.
Algunos síndromes que son causados por mutaciones genéticas (cambios anormales) presentes al nacer parecen aumentar el riesgo de AML. Estos incluyen:
Los cromosomas son hebras largas de ADN (genes) en el interior de nuestras células. Algunos problemas con los cromosomas que se presentan en el nacimiento también están relacionados con un mayor riesgo de AML, incluyendo:
Aunque no se cree que la mayoría de los casos de AML tengan un vínculo genético fuerte, el tener un familiar cercano (padre, madre, hermano o hermana) con AML aumenta su riesgo de padecer la enfermedad.
Una persona que tenga un gemelo idéntico que padeció AML antes de la edad de un año presenta un riesgo muy alto de padecer también AML.
Algunos otros factores que se han estudiado para tratar de determinar si tienen una relación posible con la AML son:
Hasta el momento, ninguno de estos factores se ha relacionado de manera conclusiva con la AML. Se están realizando investigaciones en estas áreas.
Equipo de redactores y equipo de editores médicos de la Sociedad Americana Contra El Cáncer
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Actualización más reciente: agosto 21, 2018
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