Hay algunas cosas que pueden ser factores de riesgo para el cáncer de seno, pero las investigaciones aún no indican con claridad si realmente afectan el riesgo de cáncer de seno.
Para obtener información sobre otros factores de riesgo posibles y conocidos para el cáncer de seno, consulte:
Alimentación y vitaminas
Aunque el sobrepeso o la obesidad y la inactividad física se han relacionado con el cáncer de seno, la posible relación entre la alimentación y el riesgo cáncer de seno es menos clara. Los resultados de algunos estudios han demostrado que la alimentación puede desempeñar un rol en el riesgo, mientras que otros no han mostrado que la alimentación afecte el riesgo de padecer este cáncer.
Los estudios que se han realizado en mujeres de los Estados Unidos no han encontrado un vínculo constante entre la alimentación alta en grasas y padecer cáncer de seno, aunque algunos estudios han revelado una posible relación entre las dietas con alto contenido de grasa y un mayor riesgo de morir de cáncer de seno. Además, los estudios han descubierto que el cáncer de seno es menos común en aquellos países cuya dieta típica tiene un bajo contenido total de grasas, bajo contenido de grasas poliinsaturadas y bajo contenido de grasas saturadas. Los investigadores aún no pueden explicar esto con seguridad. Los estudios en los que se compara la alimentación y el riesgo de cáncer de seno en diferentes países se complican con otras diferencias (como por ejemplo el nivel de actividad, la ingestión de otros nutrientes y los factores genéticos), que también podrían afectar el riesgo de padecer cáncer de seno.
Sabemos que los alimentos con altos contenidos de grasa pueden causar obesidad o sobrepeso, lo que se sabe es un factor de riesgo para el cáncer de seno. Una alimentación con un alto consumo de grasa también es un factor de riesgo para algunos otros tipos de cáncer. Además, el consumo de ciertos tipos de grasa claramente se relaciona con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca.
Algunos estudios también han sugerido que las dietas con un alto contenido de verduras, frutas y productos lácteos ricos en calcio podrían reducir el riesgo de cáncer de seno. Esta es un área en la que se siguen llevando a cabo investigaciones.
Varios estudios que analizan a las mujeres en los países asiáticos han encontrado que las dietas con un alto contenido de productos de soja podrían reducir el riesgo de cáncer de seno. Pero este vínculo no ha sido tan claro en estudios que examinan a las mujeres en los países occidentales. Esto puede deberse a que las mujeres asiáticas generalmente comen más productos de soja (y comienzan a una edad más temprana) que las mujeres occidentales.
Los estudios que han analizado los niveles vitamínicos en el cuerpo han dado resultados contradictorios. Hasta ahora, no hay evidencia sólida de que tomar vitaminas (o cualquier otro tipo de suplemento alimenticio) reduce el riesgo de cáncer de seno.
La falta de un fuerte vínculo entre la alimentación y el cáncer de seno en los estudios realizados hasta ahora no significa que no sea beneficioso comer alimentos saludables. Una alimentación baja en grasa, con poca carne roja o carne procesada, y alta en frutas y verduras puede claramente proporcionar muchos beneficios a la salud, incluyendo la reducción del riesgo de otros tipos de cáncer.
Químicos en el ambiente
Se han realizado muchas investigaciones, y se están realizando aún más, para entender las posibles influencias del medio ambiente en el riesgo de cáncer de seno.
Existe un interés especial en los químicos del ambiente que contienen propiedades semejantes a las del estrógeno. Por ejemplo, las sustancias encontradas en algunos plásticos, ciertos cosméticos y productos del cuidado personal, pesticidas y PCB (bifenilos policlorinados) parecen tener tales propiedades. En teoría, estos podrían afectar el riesgo de padecer cáncer de seno.
Actualmente ninguna investigación muestra una clara asociación entre el riesgo de cáncer de seno y la exposición a estas sustancias, pero resulta difícil estudiar tales efectos en los seres humanos. Se necesitan más estudios para definir mejor los posibles efectos a la salud de estas y otras sustancias similares.
Humo del tabaco
Algunos estudios han relevado que fumar mucho durante un tiempo prolongado podría estar relacionado con un riesgo ligeramente mayor de padecer cáncer de seno. En algunos estudios, el riesgo ha sido mayor en ciertos grupos, como las mujeres que comenzaron a fumar antes de tener su primer hijo. El Informe del Director General de Salud Pública de los Estados Unidos emitido en 2014 concluyó que la evidencia es “sugestiva, pero no suficiente” para establecer el vínculo entre el hábito de fumar y el riesgo de cáncer de seno.
Los investigadores también evalúan si el humo de segunda mano aumenta el riesgo de padecer cáncer de seno. Tanto el humo directo que aspira el fumador como el humo de segunda mano contienen químicos que, en altas concentraciones, causan cáncer de seno en roedores. Los estudios han mostrado que los químicos en el humo del tabaco alcanzan el tejido del seno. Además, se han encontrado estos químicos en la leche materna de roedores. En estudios realizados con humanos, la evidencia sobre el humo de segunda mano y el riesgo del cáncer de seno no se ha aclarado. La mayoría de los estudios no ha encontrado un vínculo, pero algunos estudios han sugerido que puede aumentar el riesgo, particularmente en las mujeres premenopáusicas. El Informe del Director General de Salud Pública de los Estados Unidos emitido en 2014, concluyó que en este momento la evidencia es “sugestiva, pero no suficiente” para establecer el vínculo. De todas maneras, este posible vínculo con el cáncer de seno es una razón más para evitar el humo de segunda mano.
Turno de trabajo nocturno
Varios estudios han sugerido que las mujeres que trabajan durante la noche, por ejemplo las enfermeras del turno de la noche, podrían tener un mayor riesgo de padecer cáncer de seno. Esta es un área en la cual actualmente se están llevando a cabo investigaciones. Algunos investigadores creen que el efecto puede deberse a cambios en los niveles de melatonina, una hormona que es afectada por la exposición del cuerpo a la luz, aunque también se están estudiando otras hormonas.